· Guía Espiritual · Libro II · Capítulo XIII ·


                                             · Capítulo XIII ·

La frecuente comunión es medio eficaz para alcanzar todas las virtudes, y en especial la interior paz


96. Cuatro cosas son necesarias para alcanzar la perfección y paz interior. La primera es la oración; la segunda, la obediencia; la tercera, la frecuente comunión, y la cuarta, la interior mortificación. Ya que hemos tratado de la oración y obediencia, bien será tratar ahora de la comunión.
97. Sabrás que hay muchas almas que se privan de los infinitos bienes de esta preciosa comida por parecerlas que no están bastantemente preparadas y que es necesaria una angélica pureza. Si tú tienes un fin puro, un deseo verdadero de hacer el divino beneplácito, sin mirar la sensible devoción ni la propia satisfacción, llega con seguridad, que bien dispuesta estás.
98. En este escollo del deseo de hacer la divina voluntad se han de romper todas las dificultades y vencer todos los escrúpulos, las tentaciones, las dudas, los temores, las repugnancias y contradicciones. y aunque la mejor preparación es comulgarse el alma con frecuencia, porque una comunión es disposición para la otra, sin embargo, quiero enseñarte dos modos de preparación. La primera para las almas exteriores que tienen buen deseo y voluntad, y la segunda para las espirituales que viven interiormente y tienen más luz y conocimiento de Dios, de sus misterios, de sus operaciones y sacramentos.
99. La preparación para las almas exteriores es confesarse, retirarse de las criaturas antes de la comunión, estarse en silencio, considerando qué es lo que se ha de recibir y quién es el que lo recibe, y que va a hacer el más grande negocio que hay en el mundo, como es recibir al gran Dios. ¡Qué favor tan singular, dejarse recibir la misma limpieza de la suciedad; la majestad, de la vileza; y el que es criador de la criatura!
100. La segunda preparación, que es para las almas interiores y espirituales, ha de ser procurar vivir con más pureza, con mayor negación de sí mismas, con un total desapego, con interior mortificación y continuo recogimiento, y caminando de este modo no tienen necesidad de prepararse actualmente, porque su vida es una continua y perfecta preparación.
101. Si tú no conoces en tu alma estas virtudes, por la misma razón debes llegar con frecuencia a esta soberana mesa para alcanzarlas. No te impida el verte seca, defectuosa y fría, porque la frecuente comunión es medicina que sana los defectos y aumenta las virtudes. Por el mismo caso que estás enferma te has de llegar al médico, y por estar fría, al fuego.
102. Si tú llegas con humildad, con deseo de hacer la divina voluntad y con la licencia del confesor, cada día le puedes recibir y cada día te mejorarás y aprovecharás. No te acobardes por verte sin aquel afectuoso y sensible amor que dicen algunos es necesario, porque este afecto sensitivo no es perfecto y de ordinario se da a las almas flacas y delicadas.
103. Dirás que te sientes mal dispuesta, sin devoción, sin fervor y aún sin deseo de este divino manjar, ¿que cómo le has de frecuentar? Ten por cierto que nada de esto te impide ni te daña mientras tuvieres firme propósito de no pecar y voluntad determinada de huir todo género de ofensa. y si de todas las que te acordaste te confesaste, no dudes que estás bien aparejada para llegar a esta divina y celestial mesa.

                                                                                         Guía Espiritual de Miguel de Molinos, Libro II, Capítulo XIII